Mi piel tiene tantas escamas como pelos,
tantos poros como cemento.
Mis labios son penetrados por lombrices
y en mi cabello se yergue un nido de lagartos.
Tengo la garganta repleta de telarañas,
y me acompaña una sombra deformada.
Tengo la camisa arrugada, y el pancreas también.
Tengo una media diferente en cada pie,
y los cordones de mis zapatos se convierten en serpientes
todos los días.
Una mañana verde,
un mediodía rojo,
una tarde blanca
y una noche negra, ya mi madrugada no existe.
Las gotas de la lluvia se filtran en mi habitación,
mis sábanas envuelven cádaveres,
y yo te espero para mirarnos mirando al cielo embarrado de gris.
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