lunes, 11 de marzo de 2013

Trompetas y trombones

Un millón de brazos rodearon mi existencia,
 no lograba escapar de allí.
 Mis intentos eran en vano.
A lo lejos, cruzando la niebla,
 se veían dos ojos, casi eternos,
 derramando colores y matices.

Y esa músiquita que se escuchaba,
 no eran más que trombones y trompetas
 estirados en un paisaje vacío y nublado.

Puedo oírte...
Puedo verte al final de los pasillos,
la última puerta del largo pasillo
es tu habitación.

¿Qué hago?
El tiempo se congela cada mañana
y las horas no pasan,
y no veo la salida del laberinto de tu ser.

La muerte es ineludible,
como un toro corriendo hacia mi en un pasillo.
No queda más opción que lanzarme a fallecer
bajo ese árbol torturado por el fuego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario