domingo, 31 de marzo de 2013

Sepia

Vivo en una realidad color sepia. Todo es color sepia: Las ventanas, los pasillos, las puertas, mi perro, mis uñas, y de a poco el ocre va haciéndose más y más oscuro, hasta atraparme en la oscuridad.
Trato de leer un libro de Cortázar en la amarillenta penumbra, no hay ni linternas ni fósforos, solo mis ojos imitando a los de un chino. O un coreano, o japonés. (¿Quién los diferencia?)



La tarde se lleva consigo una inmensidad de colores, aromas y ruidos y da lugar a un crepúsculo mucho más ruidoso, más oloroso y repleto de luces, carteles y prostitutas.
Frenesí de estrellas en el cielo, arrebato de lunas...

 




 



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